Cultura gratuita :: ¿Podemos jugar sin pagar un duro?
Tengo 150 juegos en la biblioteca de Epic Games Store. Estoy convencido de que he comprado, al menos, cinco de esas obras; el resto han ido saliendo de las ofertas semanales tan famosas que la tienda de los dueños de Fortnite ha ido realizando a lo largo de los dos últimos años. Un juego gratis cada siete días, a veces dos; también una semana o quince días con un título nuevo cada 24 horas… El asunto es que he adquirido más de cien videojuegos sin gastar un euro. No está mal.
Aunque la política de exclusividades y atracción de usuarios que ha realizado la plataforma puede ser criticada por su evidente fondo de agresividad total frente a la competencia, también posee un contrapunto cultural y social importante. El acceso a videojuegos no está garantizado por ninguna entidad pública en España. Aunque haya organizaciones dedicadas a su conservación y divulgación, la posibilidad de podres disfrutar de un título concreto de forma gratuita es casi nula. La Biblioteca Nacional de España, por ejemplo, sí posee un archivo físico de videojuegos, aunque no ha sido hasta principios de este 2020 cuando decidió dar un paso adelante y profundizar en la idea de adquirir y cuidar la ingente cantidad de títulos autóctonos que van viendo la luz.
Por otro lado, más allá de guardar estas obras, asociaciones como EVI (Asociación Española de Videojuegos), AUIC (Asociación de Usuarios de Informática Clásica) y DEV (Asociación Española de Empresas Productoras y Desarrolladoras de Videojuegos y Software de Entretenimiento) también han ofrecido colaboración a la BNE para la posible adquisición de equipamiento que permita la reproducción de videojuegos actuales o pasados. Poder jugarlos, vaya. Con todo, no se ha especificado ningún plan real a medio o largo plazo de cómo tendrán los usuarios de la Biblioteca acceso al catálogo para su disfrute.
Sea como fuere, sí existen algunas bibliotecas públicas, de ámbito más local o universitario, que ofrecen alguna que otra obra. Sus catálogos suelen ser pequeños y no disponen de los sistemas para reproducción. Simplemente prestan el ejemplar en cuestión una serie de días al usuario y este lo devuelve una vez vence el plazo. Es un comienzo.
La realidad, por tanto, es que el acceso a videojuegos es una acción bastante restringida. Es cierto que el concepto videojuego es colosal, y más si pensamos en la ingente cantidad de páginas web que durante años han alojado títulos a precio cero; igual que ahora ocurre en los teléfonos móviles, con un sinfín de productos digitales listos para ser disfrutados. Dejando un poco de lado la mayoría de estas obras, que suelen pecar de un carácter poco ambicioso en su contenido artístico o cultural, con una marcada tendencia hacia los micropagos o el estar cargados de publicidad; lo cierto es que si uno no dispone de un colchón económico, adquirir juegos se convierte en un ejercicio de economía casera.
Por eso, saber que una plataforma ofrece un título de calidad —y de mucha calidad, también— cada semana, sin tener que abrir la cartera, bien podría ser un alivio para cualquiera. ¿Podríamos jugar a todos? ¿Llegamos a hacerlo? Yo no. Lo reconozco. Existe un vicio absurdo que es ese en el que adquirimos videojuegos casi por si acaso, porque podemos, aunque luego queden enterrados en las bibliotecas digitales, esperando su momento si es que algún día llega. El debate y la reflexión hoy no es ese, pero es un tema realmente interesante. Si sentís curiosidad, Deborah L. Rivas ya habló de esta tendencia a la acumulación en uno de sus artículos. Y habló bien.
Opciones: más de las que cabría esperar
Lo cierto es que sí podemos jugar sin pagar. No quita esto que debamos realizar una inversión inicial en algún sistema, pero luego, a lo largo de los últimos tiempos, las opciones han ido apareciendo en el horizonte. Por supuesto, si uno quiere disfrutar de las obras más actuales debe despedirse de hacerlo gratis, aunque bien es cierto que la actualidad se viste un poco de urgencia, y esta de prisas injustificadas. En esta casa defendemos a capa y espada la idea de no correr por ningún estreno.
Por supuesto, y por señalar ya al elefante en la habitación, Xbox Game Pass se ha alzado como una de las mejores opciones para disfrutar de obras clásicas y novedosas sin acabar arruinado en el camino. El servicio de Microsoft es es una maravilla que no tiene casi rival a la hora de ofrecer prestaciones, aunque… no es gratis. Es cierto que cada poco tiempo lanza ofertas más que suculentas, como tres meses de prueba por un euro, lo que se podría considerar un auténtico regalo viendo el catálogo que ofrece. Es una opción a valorar, sin duda. Su crecimiento en el último año está más que comprobado, y la marca Xbox ha pasado de manera íntima e inequívoca a depender de esta plataforma para todo. No lo oculta. Todo juego exclusivo de la marca también estará en el servicio.
Así, aunque sí bien servicios como el Xbox Game Pass son de pago, si tenemos en cuenta que cada vez hay más plataformas con intentos similares de captación de usuarios, es posible estar no pocos meses pululando por estos catálogos digitales a precio muy reducido o nulo. No es un mal plan, desde luego.
Con todo, tal y como se apuntaba al inicio, Epic Games Store se presenta como la opción más clara y recurrente a la hora de pensar en adquirir obras y hacerlo por la patilla. La tienda ha ido sumando usuarios a un ritmo alarmante gracias a ello. Ningún secreto a la vista. A lo largo de los últimos dos años han posibilitado la creación de bibliotecas más que envidiables por parte de sus seguidores. Han regalado auténticas joyas como Death Coming, The Escapists 2, Sid Meier’s Civilization VI, Shadow Tactics, Abzû o Celeste. Sí, existe una marcada tendencia de títulos independientes, pero los dueños de Fortnite también han sabido ‘romper Internet’ con ofertas tan legendarias como Grand Theft Auto V —la página colapsó durante varias horas debido a la avalancha de peticiones—, o del nivel de The Stanley Parable, This War of Mine, Watchdogs 2, World War Z o Into the Breach.
¿Salen caros estos juegos? Realmente, a estas alturas de la vida, todos sabemos que sí algo es gratis es porque estamos pagando con algo que no necesariamente es dinero. Ser usuario de Epic Games conlleva pagar un peaje en forma de datos y conocimiento personal. El 40 % de la empresa pertenece a Tencent, la cada vez más famosa compañía china que continúa su avance por tierras occidentales, adquiriendo estudios y derechos a golpe de talonario. Firmar con Epic es firmar con Tencent, algo con lo que no todo el mundo se siente cómodo. Aunque hace ya meses, todavía resuenan los ecos de la polémica surgida alrededor de la aplicación y su comportamiento como software de espionaje para el Gobierno Chino, debido a la relación que las empresas del gigante asiático mantienen con su Administración. Sobre aquellas acusaciones, Epic solo declaró que hay un seguimiento de datos, pero únicamente para monitorizar funciones útiles, como importar las listas de amigos de Steam a su cliente, o para rastrear la audiencia de medios de transmisión para su programa Support-A-Creator.
Por otro lado, las ofertas de fin de semana se han convertido en una constante. En su mayoría, se disfrazan de demostraciones o pruebas gratuitas que los estudios lanzan al mercado para que los usuarios se acerquen a sus obras. En el caso de los títulos multijugador de pago, estas se suceden cada pocas semanas. La franquicia Call of Dury o Battlefield son ejemplos perfectos de ello. Lo mismo sucede con juegos tipo The Division. La idea es tan simple como enganchar y embaucar. Sea como fuere, las pruebas están ahí y mientras duren uno puede sacarles todo el partido posible. Algunas están limitadas mediante una duración interna —en la que solo puedes disfrutar de un número determinado de horas— o de índole temporal —entre X e Y días, todas las horas que puedas o quieras—.
Es bien sabido que servicios como PS Store también ofrece una la posibilidad de jugar ciertas obras durante un tiempo, sin incrementar el coste del servicio como tal. Es un detalle, mas requiere la adquisición del servicio en línea como tal, por lo que más que un regalo, es un simple elemento más de la oferta que la compañía realiza.
Conviene no olvidar, la inabarcable cifra de videojuegos disponibles a través del navegador. El acceso a títulos como Spelunky con el único requisito de usar un PC y un navegador determinado es más que una realidad. Lo mismo ocurre con una enorme número de obras clásicas como Pac–Man, Tetris, Snow Bros u otras historias de corte más independiente, como el juego de Deconstructeam, Gods Will be Watching.
Un acercamiento cultural valioso
Sería difícil negar lo valioso que resulta para cualquier usuario tener al alcance de su mano una buena cantidad de títulos gratuitos. Los videojuegos son cultura, por lo que los videojuegos gratuitos se traducen como una fuente cultural de coste cero que ayuda al jugador a crecer como ser humano. Por supuesto, hay obras y obras, y no todas buscan ese alarde de intelectualidad, pero tal y como índica la propia etimología de videojuego, es difícil disociar la idea del entreteniendo, cualidad intrínseca a la mayoría de productos de esta clase.
En ese sentido, la posibilidad de poder jugar de manera gratuita se podría considerar una labor democrática más que positiva, de enorme valor social. Así, es imposible no ver el carácter especulador que realiza Epic con sus ofertas, pero por el camino permite el acceso a genialidades como Limbo, Inside o Ape Out. Es difícil no acudir a su llamada y no aumentar la biblioteca personal con ellos. Aunque solo sea por si acaso.
A lo largo de los últimos meses, algunos escuelas alrededor del mundo han llegado a incluir juegos dentro de la programación oficial del curso, como es el caso de This War of Mine en Polonia, por lo que es un contenido ofrecido al alumnado como un libro más del departamento en cuestión, otorgándole un valor social y cultural del mismo nivel que una obra de teatro o una película, situación que todavía suele ser algo extraña dentro del medio, provocada por prejuicios cada vez menos repetidos.
Sería interesante comprobar como en algunos establecimientos también han vuelto a aparecer las máquinas recreativas gracias a su adaptación a las nuevas tecnologías. El Blackbird de Pontevedra, por ejemplo, ofrece a sus clientes de manera gratuita, la posibilidad de jugar a una ingente cantidad de títulos como Tekken 3, Super Mario Bros. o Sunset Riders. Una amalgama de nostalgia y calidad que antaño vivimos en el formato recreativa, ahora emuladas en HD en un espacio mucho menor que las viejas máquinas. Basta una pequeña Raspberry y un monitor. La recuperación y normalización de estas máquinas en los establecimientos actuales es, como mínimo, curiosa. Sí, algunos bares también ofrece el servicio pero pagando. Quedamos hoy con la primera opción.