Análisis Hades :: Luchar por subir, caer para revivir

Hades :: Luchar por subir, caer para revivir

Hades es uno de los juegos del año. Ya lo es. No es necesario que finalice 2020, no es necesario compararlo con nada. El título de Supergiant Games, empresa que ya había demostrado una madurez asombrosa a lo largo de tres obras magníficas: Bastion, Transistor y Pyre, es un rogue-like con aroma propio, obligatorio para los amantes del género y encandilador para los profanos. Rodeado de virtudes, el Inframundo es un lugar maravilloso para visitar y en el que luchamos por salir, ascender a las tierras mortales; pero caer en él traza una sonrisa. Una y otra vez.

De Hades se lleva hablando tiempo. Fue presentado en los Game Awards de 2018, quiso tirar de épica y aparecer con ese rótulo fantástico del ‘ya disponible en Epic Games Store‘. Se configuró como uno de los primeros exclusivos de la tienda de los dueños de Fortnite, yasí lo fue durante todo ese proceso de evolución y cambios que se sucedieron hasta su lanzamiento este septiembre de 2020, un largo y concienzudo early access. Casi dos años después, la versión 1.0 del juego aparecía en Steam, Epic Games Store y, tambié, Nintendo Switch.

El resultado final es glorioso en todos los aspectos que trabaja y que apenas presenta dudas o renuncios. Sí, ojalá más niveles, ojalá más enemigos distintos, ojalá una variedad mayor de esto y aquello; pero la precisa jugabilidad con la que cuenta rechaza estas quejas superficiales, propias del medio, de pedir siempre una cucharada más de todo. Lo hace porque las runs tienen la duración justa, un nivel más podría desestabilizarlas. Los enemigos son suficientes, debemos aprenderlos, conocerlos e interiorizar cómo derrotarlos. Además, la variación propia del azar se puede ver modificada con ciertos recursos de dificultad que Supergiant Games pone a disposición del jugador. Es simple, sin engaños: Hades está diseñado al milímetro como una obra completa y autosuficiente.

Supergiant Games ha cuidado los escenarios y sus posibilidades, dándole una personalidad propia a cada nivel.

El Inframundo llama por ti

La aventura que propone Zagreo, su escape del Inframundo como hijo de Hades, en busca de respuestas y una madre perdida, es sencilla y adictiva. Avanzar por diferentes estancias, aniquilar a todos los enemigos, ir adquiriendo ciertas mejoras y, finalmente, llegar a la superficie. No se consigue a la primera, claro. Pero habrá más vida una vez lo consigamos. Un éxito en esta obra es solo un grano de arena, un paso decente y obligado, pero para nada el final.

Si algo consigue la nueva obra de Supergiant Games es que la frustración de volver al infierno sea un trance de enorme valor instructivo y narrativo. Las estancias de los muertos están llenas de vidas. Hay diálogos con decenas de personas, acciones que realizar, zonas y servicios que desbloquear, sofás que colocar, habitaciones que ordenar… Hay muchas cosas que hacer más allá de intentar con mayor o menor esmero alcanzar la superficie del mundo y otear el mar.

El estudio ha conseguido hacer del fracaso una escuela perfecta de aprendizaje y ánimos. ¿Suena esto a Fromsoftware? Sí, pero para nada en el sentido que uno pudiera pensar. Supergiant ha planteado su juego no para que aprendas patrones y logres superar la frustración alcanzado la gloria, sino que sabe que cada vez que bajes a esa piscina roja serás un poco más fuerte que antes. Podrás mejorar tu arma, tus habilidades y que en el siguiente intento de escape la ruta será diferente, incluso irreconocible.

Zagreo es el hijo de Hades que intenta escapar de su hogar en el Inframundo.

Porque ese es un punto clave para entender el éxito masivo que está teniendo Hades. Una obra que apuesta por repetir una acción clara desde el minuto uno, pero que logra convertir en una experiencia cuasi única cada vez que decidimos empezar el ascenso. Cada caída también lo será. Siempre hay un diálogo nuevo, un personaje que no conocíamos antes o un cambio que sorprende para bien. Es más, el estudio no quiere que sufras demasiado para poder descubrirlo todo más allá del farmeo necesario de ciertos objetos. El Modo Dios, que aumenta la resistencia del personaje con cada muerte, abre las puertas a que todo el mundo, sea más o menos habilidoso con el mando, pueda llegar hasta el final con el tiempo. Todo un acierto que no interfiere con el desafío inicial, ya que cada jugador llegará a su punto perfecto de equilibrio en algún momento.

Dioses e hijos

Hades no es una revolución, en ningún sentido, para el género en el que quiere vivir. No inventa nuevas reglas ni trata de escribirlas como rogue-like, pero sí las aplica con una maestría perfeccionista intachable. El diseño de niveles, habilidades, armas y mecánicas es casi perfecto —siendo poco generosos—. En la variedad está el gusto, por eso las armas y las ramificaciones de habilidades disponibles escalan exponencialmente a la hora de hablar de posibilidades.

Si cada herramienta de muerte con la que contamos ya tiene su propia personalidad, el aspecto que usemos —cuatro diferentes por cada una de las seis— también aporta un nuevo enfoque o estilo de lucha. No es tan drástico como el de un arma a otra, pero sí bastante fresco y diferente a la hora de emplear las habilidades y pensar qué habilidad mejorar o tomar durante la partida.

En ese sentido, es durante las runs cuando tomaremos decisiones estratégicas. Cada habitación que visitemos y limpiemos ofrecerá una recompensa: oro, salud, pacto con algún dios… Deberemos pensar qué compensa y cómo podremos sacar el máximo partido. Sí, claro que hay un factor de suerte inapelable, pero con el uso de ciertos objetos y cierta pericia podemos, más o menos, planificar e intuir la run que tendremos. Como mínimo, sabremos cuáles son los dioses que más nos benefician.

Tampoco hay que engañar a nadie. El juego cuenta con un equilibrio más que exquisito, pero es posible que algunos dioses o habilidades nos parezcan más útiles que otros. Poseidón, por ejemplo, no es el dios más elegido en mis partidas por diversos motivos de utilidad, pero Artemisa y Atenea sí que demuestran ser más útiles en casi cualquier escenario posible. Ahora bien, quizás solo sea esto algo personal y de puro estilo de juego. Hades exige horas y horas para desbloquear todos sus secretos, y eso es algo que implica jugar con todas las armas y de todas las maneras. Una run puede durar unos 30 minutos, pero el juego no tiene un final absoluto —no a nivel narrativo, quiero decir—, sino que ofrece una duración indefinida, de decenas y decenas de horas.

El diseño de los personajes es soberbio, tanto en sus expresiones como en su aspecto.

Más allá de esa jugabilidad que deja atrás el aburrimiento y hace entonar la frase «una última y lo dejo», el título de Supergiant ha sabido aprovechar de manera ejemplar el material narrativo del que partía. Los dioses griegos y sus hijos se ven representados de una manera genial. Hay por supuesto licencias, necesarias y sin importancia, pero que no restan un ápice de interés al producto final, sino todo lo contrario.

La narrativa que plantea Hades supone un foco importante. Hay cientos de diálogos, decenas de personajes con los que hablar y comprender el contexto místico que habita en las estancias y los niveles del Inframundo. Personajes como Aquiles o Megara aparecen para darnos pistas sobre todo ello. Conocimiento vital para desengranar todos los secretos que guarda el juego. Así, además de la idea de acción y resultado, el estudio ha sabido poner sobre la mesa una serie de preguntas interesantes y con gancho para que el jugador pueda tener un motivo para seguir viajando con Caronte. Cuestiones que precisan una respuesta y que están ahí esperando a ser resueltas. La verdad está ahí fuera, que diría cierto icono popular de la ficción. Y nunca mejor dicho.

La eterna belleza griega

Fuera de toda duda, Hades no solo engancha por lo ya comentado, sino porque entra por los ojos y los oídos. El apartado artístico está a un nivel altísimo y recuerda lo bien que se le da a Supergiant crear videojuegos bonitos a todos los niveles, con lo difícil que es ese adjetivo a la hora de aplicar de manera unánime. Todo lo que se ve en pantalla funciona, igual que una banda sonora y unos efectos de sonido que acompañan a la perfección a la acción.

Al final, todo en esta obra tiene un sentido único y claro. Es un rogue-like maravilloso y creado con un mimo tan evidente que simplemente puede ser elevado a la honrosa categoría de juego imprescindible. Es una joya infernal que merece ser disfrutada. Sus colores, sus movimientos, sus desafíos… Todo en él se ve tan medido y cuidado que plantea la pregunta que muchas veces acecha en estos casos: por qué no todas las compañías pueden crear videojuegos como este? Hades recuerda que no hace falta la enormidad en forma de escenarios, la brutalidad en forma de gráficos, la seriedad en forma de diálogos peliculeros… No. Hades se toma en serio y se nota, es brutal a través de una jugabilidad implementada a la perfección y su enormidad viene dada por su conjunto, que lo hace enorme. Lo dicho, Imprescindible.

Hades complementa su acción con una narrativa interesante, que ayuda y anima a seguir escalando.

 

9.3

Lo mejor

  • El sistema de progresión y la capacidad de SuperGiant para hacer que cada run sea diferente
  • Las armas y el estilo tan depurado y personal que aporta cada una de ellas
  • Una historia que no se queda en la anécdota, sino que es interesante y rica
  • El apartado artístico, sea visual o sonoro, es magnífico

Lo peor

  • Quizás algún jefe final más, o alguna variación de estos a mayores
Carlos Pereiro

Creador de Morcego. Escribo cousas, falo de cousas e encántame escoitar cousas.