Análisis Summer in Mara :: Una marea un poco irregular

Summer in Mara :: Una marea un poco irregular

De lo diminuto a lo inmenso. El estudio valenciano Chibig Studio recuerda que «we are not developing games, we are creating a universe», una declaración de intenciones que se muestra en cada gota de sus títulos. Sus primeras obras-Tiny Planet y Ankora-funcionaron como pequeñas semillas de un árbol mucho mayor y que creció hasta dar forma finalmente en Deiland.

Summer in Mara es el alumno más aventajado de todos ellos, con una fórmula que no nos es ajena, pero que siempre se permite el hueco a la innovación. El juego inspirado en la obra cumbre de Antoine de Saint-Exupéry permitía disfrutar del recogimiento de nuestro pequeño planeta; ahora toca salir al mar.

El comienzo del verano

Antes de lanzarnos a la aventura, tenemos que dar nuestros primeros pasos. Summer in Mara es un juego en el que tendremos que gestionar de forma constante nuestros recursos: cultivar verduras y hortalizas, vigilar nuestros medidores de hambre y cansancio, construir nuevas estructuras… Y un mensaje siempre orbita alrededor de toda la experiencia y es que no te agobies y relájate.

Tomamos el mando de Koa, una niña que es rescatada en un naufragio por una miembro de los Qüido llamada Haku, pero a la que nuestra protagonista cariñosamente le incluye el apelativo de Yaya Haku. Ella será quien nos guíe durante los primeros minutos de juego, poniendo encima de la mesa algunos de los mantras que se repetirán de forma continua durante la partida y cómo podemos hacernos valer por nosotros mismos.

Koa tendrá que aprender que la naturaleza es un ciclo eterno que hay que preservar.

Años después, Koa se encuentra sola en su isla, un pequeño paraíso que podemos ir moldeando a nuestro gusto con el paso del tiempo. A pesar de que disponemos de lo esencial, la exploración llama a la puerta con furia y finalmente nos hacemos a la mar con nuestro barco.

La isla más cercana es a su vez la más grande, Qüalis. Un pueblo con un sabor y ambiente mediterráneo en cada una de sus esquinas, habitada principalmente por Qüidos, pero con hueco para seres de todas las razas posibles. Koa comenzará a darse cuenta de que su mundo va mucho más allá del horizonte que se puede ver desde su isla.

La vida pirata es la vida mejor

Nuestro periplo por Mara se sustenta en dos mecánicas fundamentales: navegar y realizar encargos. Constantemente recibiremos pedidos por parte de personajes la mar de simpáticos, con personalidades propias que nos arrojan diálogos sencillos pero entretenidos. No solo se limitan a encargarnos un nuevo plato de cocina o un elemento de bricolaje, sino que arrojan contexto sobre la historia de Mara y de ellos mismos. Todo ello acompañado de unas ilustraciones muy agradables.

Los dibujos realizados para los personajes y fondos destilan un gran cuidado.

Para cumplir todas estas tareas, Koa tendrá que apañárselas para conseguir los materiales necesarios. Semillas de algodón, de lechuga, zanahorias, piedras, hierro o plata son algunos de los elementos que nos acompañarán constantemente. Son muchos más los que hay y todos sirven para elaborar toda suerte de utensilios y comidas.

Uno de los problemas principales que entorpecía la sensación de progresión en Deiland era el límite de los campos de cultivo. En esta ocasión contamos con hasta doce terrenos, aunque de inicio estarán limitados por la maleza y las rocas, por lo que tendremos que fabricar mejores herramientas para conseguir más espacio para el cultivo. Error subsanado.

Pesca, minería, jardinería o el cuidado de la granja. Muchas de las tareas y disciplinas que abarcaremos requieren de una pizca de nuestra atención si queremos crear un entorno en el que nos guste despertar cada mañana. Las posibilidades para decorar y mejorar nuestro rincón entre la naturaleza son variadas, con bancos, estatuas o columpios.

Las piedras del camino

Sin embargo, la sensación tras más de veinte horas de juego es de repetición. Se genera una impresión de que existen multitud de misiones de relleno, en las que no sucede absolutamente nada relevante para la trama tanto general como particular de los personajes. Caleb, Napopo, Edegan o Taka son personajes que poseen personalidades propias, no así sus recados.

Aprender a hacer un pescado goloso o una paella puede resultar entretenido las primeras veces, pero la constante reiteración de esta fórmula perjudica al resultado final. Son muy positivos los mensajes insistentes de fomento a la ecología, de respeto al prójimo, de cuidado de la naturaleza e incluso de aceptar la pérdida de nuestros seres queridos. El tono general del título es muy educativo en este sentido, pero el efecto se diluye con el paso de las misiones.

Si las ilustraciones y las escenas cinemáticas rayan a un grandísimo nivel, no podemos decir lo mismo del nivel gráfico. Summer in Mara presenta pequeños islotes y un pueblo repleto de personas pero que no se siente realmente vivo. Se echan en falta cierta variedad de animaciones para los personajes o mayores posibilidades para interactuar con los habitantes de cada región de Mara. La banda sonora acompaña perfectamente y alivia esa sensación, pero es inevitable notar que caminamos entre estatuas.

Unos pensamientos que no concuerdan con la variedad de terreno que podemos descubrir. Desde diminutas islas que guardan tesoros, pasando por atolones habitados con nuevas frutas o minerales que explotar y hasta el frío más norteño conforman el abanico de paisajes disponibles. Una nueva interrogación en el mapa indica que lo inesperado aguarda. Incluso el fondo del oceáno guarda más de un cofre perdido.

El mercado de Qüalis será uno de los lugares más visitados durante la partida.

Es importante recordar que Summer in Mara es un proyecto financiado en Kickstarter gracias al apoyo de miles de personas y llevado a cabo por un grupo de menos de diez personas. Chibig Studio impregna de su esencia cada uno de sus títulos, volviéndolos totalmente reconocibles con un simple vistazo. Componer un apartado visual propio es francamente loable.

El estudio ha realizado el paso lógico de ampliar sus límites, proporcionando una aventura mucho más abierta que sus anteriores obras. Sin embargo, eso no le impide poseer un ritmo irregular a lo largo de sus veinte horas de juego. La duración del juego no siempre tiene por qué ser acorde a la expansión de su territorio.

Si os gustó Deiland, os encantará Summer in Mara. Una experiencia muy similar en sus mecánicas, en el que ambiente relajado y despreocupado-a pesar de sus fallos-os llevará de la mano constantemente. No pretende ser un juego de gestión y crafteo que demande una gran atención por parte del jugador, tan solo quiere que te dejes mecer por las olas.

*Análise feita cun código para Steam ofrecido polo estudio

6.2

Lo mejor

  • Juega a tu ritmo, deja atrás las preocupaciones.
  • Las ilustraciones y dibujos permiten crear un sello visual.
  • Los mensajes positivos: ecología, cuidado de la naturaleza...

Lo peor

  • Ritmo muy irregular; termina siendo repetitivo.
  • A nivel gráfico y técnico necesita mucho más pulido.
Juan Sanmartín

Colaborador de Morcego. Videoxogos, deporte, cómics ou cine son as miñas paixóns.