Análisis Maneater :: Necesitará otro barco más grande

Maneater :: Necesitará otro barco más grande

Ya se sabe, el humor es una cosa muy seria. Quizás por eso, quizás porque es una de las cosas más serias de este mundo, Maneater consigue funcionar: por tomarse a sí mismo en serio. Sería un error pensar que el título de Blindside Interactive y Tripwire Interactive es una broma, una especie de chiste creado bajo la única premisa de hacer la gracia. No, Maneater es un RPG de acción en un mundo semiabierto con un tiburón como protagonista; una propuesta que solo puede funcionar si aquel que la plantea la asume de verdad, la trabaja y busca la manera de hacer que funcione. El humor, igual que los escualos, son algo muy serio.

Más allá de la locura inicial que asoma a lo lejos, el juego editado por Deep Silver quiere contar una historia a través de un acertadísimo formato televisivo, a medio camino entre el reality show, el cine Z y el documental. Imagínese una serie de Discovery Channel con un cazatiburones, campeón de su pueblo, y una cría que llega a este mundo tras el asesinato de su madre a manos del citado caballero. El drama está servido.

Maneater es un programa de telebasura digno de este tiempo, con el cómico Chris Parnell de Saturday Night Live como un narrador —sí, el título está doblado al castellano por si uno así lo quiere— que cuenta la vida y milagros de un tiburón asesino que va creciendo hasta convertirse en una bestia más propia del jurásico que de esta era. Todo ello contado sin una sola carcajada, por supuesto, seriedad absoluta. Un acierto total que aporta un contexto más que entretenido al delirio inicial, con mucha más pericia y habilidad que otras obras que buscan presumir de profundidad o relato, para luego fallar en todas sus ambiciones narrativas.

«Jaws Eat»

Sin tener en cuenta su premisa narrativa, la obra de Blindside Interactive y Tripwire Interactive se percibe como un entretenimiento liviano, que simplemente quiere vivir del impulso inicial que otorga la idea de ver cómo de grande será nuestro tiburón, qué habilidades asesinas podremos utilizar para ejecutar la venganza contra el hombre que cazó a nuestra madre pero perdió una mano por el camino.

Lo hace a través de un mundo semiabierto e interconectado, con diferentes parajes, cada uno con su fauna, su flora y su ambientación, desde las profundidades de la Costa del Golfo donde habitan cachalotes, hasta pantanos con caimanes y pequeños peces. En cada zona, a modo de niveel independiente, se distribuyen diversos coleccionables y elementos a devorar o golpear. Las señales se perciben como las más interesantes, al aportar pequeñas narraciones, frescas y absurdas, de algún pequeño motivo como un barco que recuerda al Titanic —pareja de esqueletos haciendo el ángel incluida— o un grupo de cadáveres en bolsas de tela. Además, son los únicos elementos de este tipo que otorgan una recompensa en forma de mejora para el escualo.

Fuera de esta parte secundaria, la historia simplemente obliga a ir devorando peces o humanos allá donde indique. Una vez hecho esto, aparecerá una especie de jefe, de bicho alfa, que habrá que devorar. Siempre es así. Una vez hecho, tocará seguir avanzando hacia el siguiente destino, mientras vamos subiendo de niveles, sin necesidad de farmeo, ni nada parecido.

Por supuesto, si matamos muchas personas, aparecerán los cazadores e irá subiendo nuestro rango de infamia, lo que provocará la aparición de un cazador experto para nuestra captura. Derrotarlo supondrá la obtención de alguna mejora, por lo que conviene causar el caos más de una vez y más de dos. Por desgracia, estos combates nada tienen de emocionantes; se incluyen dos pequeñas mecánicas en los últimos enfrentamientos relacionadas con devolver los explosivos, pero todo consiste en ir apretando el botón de embestir y cargar como si no hubiera mañana contra los barcos; si por el camino pillamos en el salto a algún desgraciado, mejor.

¿Y no aburre? Sí, pero es que justo cuando eso sucede el juego finaliza, por lo que la misión ha sido cumplida, Maneater logra superar esa barrera que es la de querer llegar a su final sin la obligación moral de hacerlo. Se llega a él con una sonrisa, y justo cuando podría desaparecer, enseña sus títulos de crédito. En mi caso, unas nueve horas y algo. Completarlo al cien por cien, calculo que me llevaría hora y media más.

Los cachalotes tienen muy mala uva.

RPG de acción, de verdad

Los responsables de Maneater, a lo largo de diversas declaraciones durante el desarrollo, siempre trataron de insistir en el hecho de que su juego era un action RPG con todas las de la ley. Es decir, trataron de recordar a los curiosos, a los anonadados con el tiburón, que ante sí iban a tener un producto concreto y real, que va más allá de la gracia del tiburón, el matar gente, el mundo abierto y las reseñas de Sharknado.

Es importante incidir en este asunto, pues el título cumple a la perfección en ese sentido, ofreciendo un RPG de acción decente, con evidentes limitaciones, pero en el que se percibe una evolución de poder evidente y satisfactoria, con una personalización algo más pobre de la que podría haber sido, pero bien implementada. Así, cada parte del tiburón —aleta, cuerpo, cola, cabeza, mandíbula y órganos— hace de hueco para una posible mejora que otorgará ciertas habilidades, pasivas y activas. ¿Por ejemplo? Lo típico, resistencia, salud, fuerza; pero también electricidad, más daño a barcos, envenenamiento…

Según la misión, elegiremos un estilo u otro, que normalmente se resume en: ¿cazar barcos? nos vestimos de piedra; ¿cazar animales? optamos por electricidad o veneno. El aspecto externo se ve modificado, claro, y nuestro tiburón acaba por ser un monstruo que promete película propia en un par de años, sino la tiene ya. El animal pasa a ser un monstruo, en todos los sentidos, pues la narración también busca ese punto de tragicomedia, del pobre escualo que el hombre transforma en criatura al destruir su ambiente. No hay pancartas de Greenpeace, pero el fondo marino lleno de basura, las cloacas que vierten directamente al océano, las orcas usadas como un reclamo publicitario… todo está ahí, y todo utiliza la sátira de manera obvia, pero también necesaria en su mensaje final.

Como RPG, Maneater acierta bastante en lo que propone, aunque se echan en falta más posibles de tiburón, más acciones y más tipos de enemigos. Al final, la idea de devorar o destruir a cabezazos a nuestros enemigos es cierto que funciona, pero… ¿no hubiera molado un láser en el lomo del animal? ¿un lanzatorpedos? ¿unas rémoras que sirviesen de compañeras y atacasen también? Es una locura, sí; pero es que de eso se trata, de tirarse no a la piscina, sino al Pacífico.

Buenos dientes

El tiburón se ha convertido en una especie de símbolo maldito dentro del océano. La cinta de Spielberg lo dibujó como una de las criaturas más brutales del planeta. Quizás lo sea, pero no de manera gratuita o intencional. El alegato hacia la verdadera naturaleza de los escualos es repetido una y mil veces durante la aventura, ensalzando sus virtudes, recordando la absurda improbabilidad matemática que se deduce de ser atacado uno.

Maneater es un éxito a nivel de producción pues da lo que promete, un hecho que no siempre se puede sacar a relucir dentro del medio. Quizás medio año más de pulido y contenido lo hubiera elevado como algo más, pero el resultado ya está aquí. Hay algún bug, hay alguna cosa rara y la cámara es más tosca de lo que debiera. ¿Es grave, doctor? No, pero ojalá tener una cura para las prisas y las limitaciones que seguramente vengan impuestas por la cartera.

No importa. Por fin tenemos un hijo de Grand Theft Auto con una criatura del océano como protagonista que gana la capacidad de lanzar rayos y saltar 12 metros. A mí me vale.

Aspecto del típico tiburón mutante asesino eléctrico, el sueño del Doctor Maligno.

7.0

Lo mejor

  • La elección del formato televisivo para contar su historia
  • Eres un tiburón asesino, el sueño carnívoro de casi todo el mundo
  • Divertido y adictivo gracias a su sistema de progresión

Lo peor

  • Muy limitado en la acción y sus misiones; es siempre lo mismo
  • Ojalá más opciones de personalización para el tiburón
Carlos Pereiro

Creador de Morcego. Escribo cousas, falo de cousas e encántame escoitar cousas.